Accesibilidad: una brújula para la inclusión en la arquitectura
Arq. Carlos Ponce
En la constelación de principios que guían la arquitectura contemporánea, la accesibilidad entendida desde el Diseño Universal, brilla con luz propia, señala un camino hacia una inclusión genuina y efectiva.
Pongo en estas líneas, un enfoque de accesibilidad que trasciende la sola eliminación de barreras físicas, por la necesaria comprensión de la diversidad del funcionamiento inherente a lo humano, se convierte en una brújula moral y creativa para el ejercicio de la arquitectura comprometida con la creación de espacios para todas las personas, sin espacio para la segregación.
A través de este ensayo, va la reflexión sobre cómo la accesibilidad puede y debe ser uno de los núcleos fundamentales alrededor del cual orbitan nuestras decisiones de diseño, especialmente en una era donde el reconocimiento de la diversidad y la inclusión son valores en constante ascenso.
La arquitectura es, en su esencia, el arte de materializar visiones, de convertir ideas en estructuras que habitamos, vivimos y compartimos. Pero ¿qué sucede cuando estas estructuras no están abiertas a todos? La accesibilidad no es solo un tema de cumplimiento normativo; es el reflejo de la comprensión de la diversidad del funcionamiento humano, aspecto esencial para garantizar que cualquier persona, independientemente de su edad, capacidad o condición física, puedan participar plenamente en la sociedad.
En el corazón de esta visión se encuentra el desafío de mirar más allá de nuestras propias experiencias y prejuicios, particularmente comparto, como el amplio cúmulo de arquitectos de mi generación la creencia en la existencia del “hombre medio”, cuya aparente utilidad se diluye cuando por se incorporan criterios del enfoque de género: ¿qué elementos son esenciales en una sala de lactancia?, o cuando se descubre la necesidad de sanitarios donde no solo bebes, sino personas de cualquier edad con necesidad de apoyo para aseo y cambio de ropa con ayuda de una tercera persona, rompen con el molde del consabido y mítico “hombre medio”
Algunas reflexiones y consideraciones desde el diseño a partir de la gráfica anterior:
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Cada tipo y grado de dificultad que se identifica a través del censo no significa que se represente a un solo tipo de personas, pues en una persona pueden manifestarse dos o más condiciones.
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Si bien la gráfica representa a poco más de seis millones que reportaron mucha o total dificultad, aún hay otros catorce millones de personas que reportaron poca dificultad en la vida diaria.
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Cada condición de dificultad puede transformarse en una pregunta de diseño, por ejemplo: ¿En este espacio público, supongamos un parque o un restaurante, a dónde acuden al sanitario para recibir apoyo para cambiarse personas con mucha o total para vestirse? En México en el rango de edad de 5 años o más, son poco más de un millón de personas. ¿En este edificio, cómo se orientan de manera autónoma personas con mucha o total dificultad para ver? En México 2.7 millones, y con poca limitación para ver 8.9 millones. Todos datos del Censo Nacional de Población 2020, INEGI.
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¿Qué hacemos como arquitectos, arquitectos para que nuestras decisiones de diseño no signifiquen barreras, al menos, para estas formas de funcionamiento cotidiano de millones de personas?
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Cuándo diseñamos una casa, ¿Es una casa para toda la vida?
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¿Cómo aprovechamos la información disponible para hacer evidente las problemáticas de la accesibilidad para que sean incluidas en la agenda pública?: Un edificio público no accesible es un problema de diseño, pero cuando la amplia mayoría de los edificios y espacios públicos no lo son, entonces es un problema público. ¿Qué podemos aportar como profesionales de la arquitectura para su solución?
Construir sociedades para todas las personas, entre otros aspectos, requiere profesionales de la arquitectura con un compromiso con una estética una funcionalidad donde lo singular y lo diverso del funcionamiento humano, tenga cabida, una postura ética enfocada en la inclusión.
Esta postura es particularmente relevante e imperativa en el contexto de una sociedad que envejece. Hoy sabemos que la mitad de la población con discapacidad son personas mayores, y casi un tercio del total de estas, son personas con discapacidad. En México, como en el resto de la región América Latina, el envejecimiento se manifiesta de una forma mucho más acelerada que en continentes como el europeo.
La inclusión mediante la accesibilidad implica la creación de espacios que no solo sean físicamente accesibles, sino también acogedores y estimulantes para todos. Esto significa pensar en cómo las personas interactúan con los espacios, una forma de segmentar las dimensiones de esta interacción es mediante los llamados criterios DALCO: Deambulación, Alcance, Localización y Comunicación, planteados en la norma UNE 170001-2 para la accesibilidad universal y su gestión.
La accesibilidad, desde el marco de los derechos humanos debe ser componente esencial de la edificación; espacio público, edificios, casa habitación, el transporte y la información y comunicación, como aspecto a solucionar en el diseño abarca lo físico, lo sensorial y lo cognitivo.
La anterior interacción debe guardar además una secuencia lógica en la integración de elementos, dispositivos y ámbitos que es conocida como cadena de accesibilidad.
Al mismo tiempo, es crucial que la accesibilidad se integre desde las primeras etapas del diseño, evitar sea en una reflexión tardía o en una solución impuesta. La inclusión debe ser una parte orgánica del proceso creativo, reflejando un compromiso auténtico con la creación de espacios que sean verdaderamente universales.
Mirando hacia el futuro, la accesibilidad como brújula para la inclusión en la arquitectura nos desafía a repensar nuestras prácticas, a innovar y a buscar soluciones que celebren la diversidad de la experiencia humana. Se trata de un viaje continuo de aprendizaje, adaptación y compromiso con la construcción de un entorno construido que sea inclusivo para todos. En este viaje, cada decisión de diseño que tomamos es una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con una sociedad más justa, equitativa y accesible.
A través de nuestro trabajo, podemos contribuir a un mundo donde la inclusión no sea simplemente un ideal, sino un rasgo materializado y cotidiano en nuestra sociedad. En última instancia, la accesibilidad en la arquitectura es una brújula que nos orienta hacia una comprensión más profunda del ser humano.
Carlos Daigoro Fonce Segura
Arquitecto, Maestro en Diseño Arquitectónico, Maestro en Política y Gestión Pública, Posgrado en Accesibilidad y Diseño para Todos. Integrante de la Unión Internacional de Arquitectos UIA, subdirector en la región III América, del Programa Arquitectura para Todos. Miembro de Consejo Directivo de la Asociación Libre Acceso A.C. y participante del Movimiento de Personas con Discapacidad