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México, el país de los mercados, trama narrativa de vida y sabores, patrimonio universal

Dr. Salvador Zermeño Méndez

En el mundo prehispánico las rutas comerciales y las conexiones se daban a todos los puntos cardinales, Tikal la ciudad de los “sacbé”, caminos rituales de aduanas, ciudad del trueque, de los templos de gran altura como referentes, hitos de distinción comercial. El mercado de la calzada de los muertos al palacio de Quetzalcóatl en Teotihuacán con el intercambio de sus barrios de producción de obsidiana y vasijas de Oaxaca; del palacio quemado al tzompantli en tula, ciudad militar; del observatorio de Xochicalco a Copan,  con sus astrónomos viajando y sus referentes en  las estelas con venus que da el maíz y vida a los humanos en un quincunce de astros de adoratorios y mercados; Tajín con sus juegos de pelota, la pirámide de los nichos y sus  palacios y mercados, Tenochtitlan ciudad estado es plaza y mercado.

Los mercados mexicanos son patrimonio Universal, distan de los centros comerciales a los que Marc Auge distingue como “No Lugares”, espacios dónde la seguridad y el bienestar se compra. Dónde las inteligencias emocionales no menguan, son también la nueva “caverna de platón, donde la “pared que todos vemos, siempre la misma,  complementada por luces y atmósferas de una arquitectura del espectáculo, es el lugar idóneo donde puede pasear la diversidad y la “otredad” alineada, puede lo diverso y lo diferente ser aceptado si va a las modas de un mercado meta que las absorbe, siempre y cuando paguen su cuota, es el lugar donde “el diablo viste a la moda” (ver la película), el lugar del interés que sustituye al lugar de la comunidad solidaria de las terapias con los rituales, la tradición y la memoria. Son los centros comerciales lugares de pantallas liquidas, dónde los relatos y los metarrelatos son débiles, las narrativas al lado del fuego ya no existen, las leyendas milenarias y los destinos ocultos y misteriosos del “ser que se escapa”, son llevados en paradores con la esencia del perfume caro, de las baratijas que arman personalidades de látex; la moda y el márquetin, no es el mercado social.

Los mercados son cacao, aguacate, jícama, jitomate, fuego lento, leña, cabeza de puerco, tripas, maíz de colores, diálogo intenso, narrativas susurrantes, leño, fruto del mar, pescados y variadas, tamemes, diosas, dioses, mole, ajonjolí, pulque, metate, petate, molinillo, los mercados son sustancias, adornos y medicinas, son nutritivos, fuente de poder y sobrevivencia. Mañanas dulces, días agrios, limón partido, juegos y rondas, leyendas, mitos, verdades y política; sangre, deseo y sexo; el mercado es la vida de los mexicanos. Mercado trama narrativa de corridos y recetas, sabores fundados, sustancias de vida. 

Los mercados mexicanos conforman los ingredientes de la tradición, el ritual y la memoria del patrimonio cultural, situados en la plaza principal de la ciudad de México, lo que hoy es el zócalo de la ciudad de México estaba dividido en tres sectores: el Bastimento de primera necesidad en tendejones indígenas de paja, el sector del Parián para artículos de lujo y el baratillo para artículos de segunda mano. Si las catedrales son las bases o asientos para las ciudades, los mercados son su corazón, intercambios de sensaciones, olores, colores y olores, recetas y esencias; son la primera terapia social que constituye el regateo como amistad y el pilón como gratitud. Plaza, tianguis, mercados, mercaditos, mercados de pulgas, constituyen la historia e identidad cultural del lugar. Entre los mercados tradicionales están el de pescadores sobre la playa en Zihuatanejo; el de tortillas de maíz rojo en Milpa; el mercado de Campeche de flores de Jamaica, el mercado del Porfirito de Guanajuato, el mercado de artesanías de San Miguel de Allende, el de tlayudas de Oaxaca; el de corundas de Pátzcuaro, el de antojitos yucatecos en Mérida entre otros. 

Los mercados contemporáneos mexicanos, parten de los conceptos tradicionales, de abasto seguro, identidad, economía de cuidado de los recursos y clima y entre los más recientes se encuentra el mercado de Matamoros hecho por el colectivo C733, la mitad construida de modo tradicional y la otra mitad hecha con materiales prefabricados, con un patio central y una cubiertas seriada y modulada en forma de pirámide truncada invertida donde entra la luz. 

Así tenemos el contraste, los mercados reducíos a centro comercial que luchan por ser los más extensos y de usos mixtos, desligando el turismo cultural con el turismo de negocios, teniendo como eje el comercio exclusivo,  como son el caso  el The Harbor Lifestyle Fashion Mall, de Mérida Yucatán con 72 mil m2, un mega complejo  comercial, hotelero, con oficinas, viviendas residenciales  y diversos servicios públicos  o el “Parque Puebla” ubicado en la capital, con 89 mil metros cuadrados; mientras que “Explanada Puebla” en San Pedro Cholula con 65 mil metros cuadrados, el  “Distrito La Perla” de Guadalajara, con 135 mil m2 y “Paseo Metepec” del Estado de México, con 89 m2. El concepto Espacio Latino en la Plaza Kukulcán en Cancún, Quintana Roo, y Vía Paraíso en Los Cabos, Baja California Sur, con un área rentable de 13 mil 619 m2 y 6 mil 544 m2 respectivamente. Aunque naturalmente le centro comercial clásico con 31 años de existencia es el Centro Comercial Santa Fe con 210 400 m2

Sordo Madaleno desarrollo el conocido centro comercial Antara -Corazón en el 2006 transformado la zona en usos mixtos de alta plusvalía, un espacio abierto y verde a escala humana; rompe con los centros comerciales cerrados, el centro comercial ARTZ Pedregal, un complejo de usos, que se llega fácilmente con su parque público de 5,000 m2 con vegetación, plazas y agua con tres torres de oficinas - “Office Park”-. Mercados con  restaurantes, cines, servicios y locales comerciales; otro en construcción ya es el The Landmark de usos mixtos en Zapopan y el Palacio de Hierro de Polanco, con comercios y oficinas es un edificio triangular, con sombras, fuentes y vegetación; En Querétaro el centro comercial  Antea marcando la moda de la región con 237,000 m2 una gran eje de paseo verde; no se queda atrás el Centro Comercial Angelópolis fundado de 1998, y su ampliación el  Luxury Hall para la elite social con sus tiendas exclusivas en dos niveles y una caja a punto de abrirse es la forma del centro comercial de usos múltiples de San Pedro en Monterrey con su cubierta metálica.

Y tenemos los mercados que si bien populares, traen diseños contemporáneos en una mezcla a favor de la cultura como la renovación con la gran celosía artística que corona el mercado San Juan Ernesto Pugibet, es un mercado muy sabroso por su gastronomía y es del colectivo del despacho a/911. De Boyancé Arquitectura + Edificación, se encuentra el mercado de Mérida, en acero con láminas corrugadas y oxidadas en un plano horizontal cuya techumbre plana cubre el espacio público. También se encuentra el mercado público Huimanguillo, de Tabasco hecho por el despacho 128 arquitectura y diseño urbano, co0n una cubierta hecha con bóvedas trapezoidales de concreto aligerado que cubren las zonas húmedas y secas del mercado. Y el famoso mercado de San Benito en Mérida, De los Arquitectos Augusto Quijano y David Muñoz, con una serie de carteles verticales y un gran muro circular  de recibimiento como articulador  bajo la  influencia del arquitecto Louis I. Kahn,  con  ejes de luz en la cubierta y una gran sala hipóstila y finalmente entre otros mercados contemporáneos está  el mercado de San Pablo Oztotepec diseñado por Mauricio Rocha y  Gabriela Carrillo, con una serie de cubos seriados escultóricos plásticos alternados en alturas; la atmosfera del mercado recoge la tradición histórica de los mercados, desarrollados en segmentos, pero con puntos de convivencia  nodal que soporta la tradición y la cultura.  

Si México es de América el país de los palacios, Pablo Neruda veía a México como el país dentro de los mercados, que albergan la poesía, el color, son de facto sabrosos por naturaleza, bullicios armónicos y musicales de frutas, legumbres y pescados, abasto subsistencia y encuentro de todas las tradiciones y oficios; patrimonio nacional que salvaguarda lo que da nuestras tierras y crean nuestros artesanos, son profundamente locales y reconocidos internacionalmente. México, el país de los mercados, trama narrativa de vida y sabores, patrimonio universal, salvaguarda de las diversas identidades, del mexicano real, sin pose ni moda.

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