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La Arquitectura Contemporánea Mexicana,

Bajo el Paradigma Femenino
Dr. Salvador Zermeño Méndez

Dentro de la formación que se tuvo en la escuela Politécnica por parte de Hannes Meyer y Juan O´Gorman donde se buscaba, una arquitectura tecnológica de la ciencia, que fuera capaz de proponer una alternativa para la forma de vida en el futuro, que impulsase o implicase una transformación en la conciencia humana, un proyecto social de la historia, con su componente comunitario de igualdad y justicia; cualquier proyecto necesitaba demostrar su “relevancia social”, antes que su relevancia teórica o estética, poniendo en práctica el racionalismo tecnológico (Edward R Burian,1998).

Por lo que dicha búsqueda histórica de conciencia social e igualdad convive con los códigos del estilo internacional al ver la obra arquitectónica como una mercancía redituable y paradigma del progreso nacional; así como otros códigos, por ejemplo, la arquitectura de la integración plástica y emocional que sus miradas estarán más bien situadas en una arquitectura vivencial, existencial y antropológica[2] que tendrán sentidos, representaciones y prácticas muy distintas y que además van a convivir en los periodos señalados.

Por lo que es necesario repensar el manejo disciplinar de la historia como soporte a la comprensión de las tendencias de la arquitectura mexicana del siglo XX, en un rápido repaso, así como los exponentes y características que en la obra conjugan y constituyen el patrimonio arquitectónico contemporáneo, situándonos bajo las líneas de la historia cultural y las experiencias obtenidas de ello, tendremos  varios matices que redefinen y replantea en las nuevas visiones, para su interpretación, bajo una crítica reflexiva, partiendo de un siglo XX dominado por arquitectos y un siglo XXI de arquitectura contemporánea donde las mujeres arquitectas dominan la escena nacional e internacional.​

Para la comprensión de la arquitectura mexicana es necesario hacer un recorrido veloz que permita partir de su rico pasado prehispánico por su integración al contexto natural y búsqueda del orden cósmico; continuando con sus templos-fortaleza y de didáctica espiritual del siglo XVI, con un rico barroco de profundidad cultural y artística; un neoclásico a la luz de la razón y un nacionalismo a principios del siglo XX que refleja los valores de la Revolución Mexicana. El siglo XX se desarrolla con el funcionalismo como estilo; es el maestro José Villagrán (De Anda, 2011) que desarrolla una obra sin ornamento de valores expresivos y honestidad en su construcción, el Hospital de Tuberculosos en Huipulco de 1929, es un ejemplo de la salubridad moderna. Y Juan O´Gorman, en la casa estudio de Diego Rivera en 1932, mezcla la belleza fabril, economía y estética moderna y la torre de rectoría de la UNAM, donde Mario Pani hace la torre de rectoría de integración estética racional y la UNAM termina siendo patrimonio de la Humanidad desde el 2007; Pedro Ramírez Vázquez hace los iconos de la modernidad en México: la basílica de Guadalupe, el estadio Azteca, el Museo de Antropología e Historia, el palacio legislativo entre otros.

Así con esta base nacen cuatro tendencias[3] para los siglos XX-XXI: El Funcionalismo Integral aparece con edificios masivos, horizontales y funcionales, que se integran a la cultura regional, con valores propios e identidad nacional; recuperan la tradición de: los taludes, las terrazas, escalinatas, el claustro, los patios, los pórticos, los portales y atrios; Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky con el Museo Rufino Tamayo de concreto martelinado, integrando  bosque de Chapultepec, el Museo MUAC de Teodoro y las sala Nezahualcóyotl de  Orso Núñez y Arcadio Artíz de concreto con estrías en la UNAM; Óscar Bulnes en la macroplaza de Monterrey; Alejandro Zohn de la escuela tapatía y los edificios de poderosa sencillez de David Muñoz.

La arquitectura escultórica se estructura con carácter geométrico, formal propio y manejo de tecnología y materiales en bruto, Agustín Hernández de arquitectura modular geométrica hace la escuela de ballet folklórico de Amalia Hernández de 1968, su despacho de arquitecto, el colegio militar y la casa en el aire y los escultóricos Óscar Bulnes de Monterrey y Augusto Quijano de Mérida.

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La arquitectura emocional de valores regionales, une lo moderno y lo vernáculo, con atmósfera rica en emociones; las casas donde mezcla misterio, serenidad y silencio de Luis Barragán Pritzker 1980; Mathias Goeritz y su museo ECO o Ricardo Legorreta con el Hotel Camino Real que integra muros gruesos, texturas ricas y colores vibrantes; aparece también en su torre BBVA de 2016. La arquitectura regionalista que se sitúa en la cultura local; Attolini Lack, Andrés Casilla, hacen construcciones íntimas y hospitalarias; Carlos Mijares y su iglesia simbólica de ladrillo Christ Church de 1990; Javier Sordo Madaleno desarrolla Hoteles globales y locales; Mario Shejetnan en la integración de la arquitectura al paisaje, en el parque Tezozomoc de 1982 y Fernando González Gortázar con sus paisajes escultóricos en el Parque González Gallo de 1974.

Las nuevas vanguardias con el posmodernismo, el deconstructivismo, la alta tecnología y la arquitectura plural; Enrique Norten y Gómez Pimienta, ganan el primer premio Mies Van Der Rohe de Latinoamérica de 1998, con los comedores de Televisa y Alberto Kalach desarrollan la obra magna de la biblioteca pública Vasconcelos 2004- 2014 (Canales-Hernández,2011)[4].

El 2020 trae una arquitectura femenina altamente cooperativa, solidaria, comunitaria y sustentable en universos compartidos que sólo las mejores arquitectas mexicanas del siglo XXI pueden traer.  El caso de la Arq. Gabriela Carrillo, que desarrolla la estación Xcán del Tren Maya, en el corredor ecológico de madera de planos inclinados y un gran ojo al cielo de intención comunitaria, la Arq. Magui Peredo, quien trabaja el método y la teoría bajo la etnografía del lugar, como base en el Hotel Punta Caliza en Holbox donde el agua y las techumbres mayas milenarias resucitan, y la Arq. Marcela González quien trabaja una arquitectura sustentable de integración en ecosistemas.

Frida Escobedo ha sido elegida para conjuntamente con Moreau Kusunoki, para renovar el Centro Cultural Pompidou en el 2030, es una revitalización del espacio y estructura, construido en 1971, el proyecto pretende actualizar el museo en las normativas sostenibles, además de potencializarlo en las nuevas modalidades museográficas.  A su vez desarrolla el espacio de arte del Met de Nueva con alrededor de 450 millones de dólares, además revitaliza la tallera de Siqueiros abriendo los murales a la plaza pública y la integración de geometría, luz y agua en el Serpentine Pavilion de Londres en el 2018, soportados con sus fundamentos en el detalle estético conceptual.

El proyecto del centro de investigación del mar de Cortés de Tatiana Bilbao que propone revitalizar el parque de Mazatlán, se trata de poner en valor la interacción en múltiples espacios en interacción los diversos ecosistemas, desarrollando en el proyecto una diversidad de atmósferas. En las cartelas inacabadas y salientes conjugadas con las plataformas y jardines aéreos, en diversas alturas conforman una topografía que se fusiona con el paisaje.  Gabriela Etchegaray desarrolla las instalaciones y estructuras, invernadero san Isidro llano grande, para el cuidado y reproducción del Guayacán, en peligro de extensión, con un pórtico acuático enmarca una combinación de múltiples senderos con arquitectura mínima auspiciados por casa Wabi. A su vez Fernanda Canales con el Centro Cultural Elena Garroen Coyoacán conservando el inmueble de origen con los espacios que se articulan en una gran vidriera a través de un patio principal. 

Frida Escobedo ha sido elegida para conjuntamente con Moreau Kusunoki, para renovar el Centro Cultural Pompidou en el 2030, es una revitalización del espacio y estructura, construido en 1971, el proyecto pretende actualizar el museo en las normativas sostenibles, además de potencializarlo en las nuevas modalidades museográficas.  A su vez desarrolla el espacio de arte del Met de Nueva con alrededor de 450 millones de dólares, además revitaliza la tallera de Siqueiros abriendo los murales a la plaza pública y la integración de geometría, luz y agua en el Serpentine Pavilion de Londres en el 2018, soportados con sus fundamentos en el detalle estético conceptual.

El proyecto del centro de investigación del mar de Cortés de Tatiana Bilbao que propone revitalizar el parque de Mazatlán, se trata de poner en valor la interacción en múltiples espacios en interacción los diversos ecosistemas, desarrollando en el proyecto una diversidad de atmósferas. En las cartelas inacabadas y salientes conjugadas con las plataformas y jardines aéreos, en diversas alturas conforman una topografía que se fusiona con el paisaje.  Gabriela Etchegaray desarrolla las instalaciones y estructuras, invernadero san Isidro llano grande, para el cuidado y reproducción del Guayacán, en peligro de extensión, con un pórtico acuático enmarca una combinación de múltiples senderos con arquitectura mínima auspiciados por casa Wabi. A su vez Fernanda Canales con el Centro Cultural Elena Garroen Coyoacán conservando el inmueble de origen con los espacios que se articulan en una gran vidriera a través de un patio principal.

(1) Edward R Burian entrevista con Alberto Pérez Gómez, “México, modernidad y arquitectura”, en Edward R Burian, Modernidad y arquitectura en México, Editorial Gustavo Gili, México, 1998, 24 -25 pp.

(2) Ver las perspectivas teóricas de José Villagrán García dentro de sus mirada funcional, fáctica y antropológica con relación a las obras y miradas del arquitectos de corte internacional en México, como Augusto Álvarez, Enrique Yañez y las poéticas emocionales de las obras de Matiaz Gertiz y Luis Barragán, etc.
(3) Ver Tendencias actuales de la arquitectura mexicana, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas. TV- UNAM, Derechos Reservados, 1994, guion e investigación de Luise Noelle.

(4) Fernanda Canales y Alejandro Hernández, Arquitectos del siglo XX en México, Arquine, México DF. 2011.

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Las arquitectas del siglo XXI, han deslumbrado con sus atmósferas de sentido, resignificando la belleza espacial de la arquitectura, son arquitectas de renombre exportando lo mejor de la arquitectura mexicana en una estética que logra el balance de lo artístico, lo funcional, lo sustentable y trascendente, en una arquitectura de la belleza, que ha trascendido internacionalmente.

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