El alcázar de Uled Soltane: la fortificación intergaláctica de la antigüedad
Itzel González
Muchos historiadores gustan usar la denominación de trogloditas para referirse a grupos humanos que a lo largo del tiempo han utilizado las cuevas como espacio habitacional, de resguardo para sí, para sus ganados y sus víveres. También ha sido una etiqueta empleada, incluso por autores de la antigüedad clásica, como Heródoto, Estrabón o Plinio el viejo, para designar a los habitantes de la antigua Libia y otras regiones en África; de igual modo, autores posteriores, entre ellos Linneo y Montesquieu, denominaron como troglodita a criaturas mitológicas cuasi homínidas que no se comunicaban más que con gritos y que tenían la particularidad de habitar en cavidades, ya sea como reflejo de un muy temprano racismo, como un burdo y mal logrado deseo de explicar el origen humano con una muy germinal pseudociencia, o bien como una curiosa simetría entre el salvajismo y el grupo humano antagónico de su preferencia.
Sin embargo, los antiguos libios o libicos, dependiendo del conjunto cultural y la asignación histórica, cuyo territorio se ubicó en el noroeste africano (desde el occidente de Egipto hasta la costa del Atlántico), fueron pueblos que se establecieron en esta zona antes de los fenicios, y que hoy día podría decirse que son antepasados directos de los pueblos bereberes modernos. Dichos pueblos tenían no sólo una gran riqueza cultural, lingüística y simbólica, sino que también se agrupaban en poblaciones sedentarias, nómadas (como en el caso justo de pueblos modernos como los imazighen, conocidos también como bereberes, o amaziges)y seminómadas, de manera similar a las etnias que hoy en día ocupan los países actuales de Argelia, Marruecos, Libia, Burkina Faso, Mali, Mauritania, Níger, Francia, Egipto y Túnez.
En estos países del norte aficano se encuentran conjuntos arquitectónicos que asemejan la vida en cuevas. Las estructuras arquitectónicas excavadas en roca, más específicamente, de arquitectura subterránea, son muy fácilmente encontradas sobre todo en Libia y en Túnez. Es en éste último donde se encuentran varias ciudades subterráneas construidas en la roca porosa y algunas de las montañas y colinas, como en el muy famoso caso de la ciudad de Matmata, que en la saga de George Lucas sirvió de escenario para la filmación del planeta Tatooine, hogar de la familia Skywalker. Y por supuesto que el planeta Tatooine no es un intento gringuificado de modificar la escritura de la ciudad tunecina de Tataouine, cuya preservación arquitectónica y cultural remite al aspecto que se describe de Cártago, ciudad norafricana que en su momento fue un gran rival militar para griegos y romanos.
Otro de los estilos arquitectónicos proliferantes de la región, no menos concurridos, son los llamados ksar, que pueden tener su equivalencia en algunos casos, a lo que en occidente se le conocería como “castillos”, o bien a fortificaciones y alcázares, usados como defensa, protección y almacén.
Entre éstas construcciones se encuentra el alcázar de Uled Soltán, en la estepa desértica del sureste de Tunez, la cual es una de las construcciones arquitectónicas más fascinantes que también sirvió de escenario para la representación del barrio de los esclavos de Mos Espa, durante la filmación de Star Wars. Episodio I – La amenaza fantasma.
Más allá de la fantasía y la ficción, la zona del sureste de Tunez, Uled Soltane es la zona del pasaje entre Tatauine y el desierto del Sahara, por lo que en su cercanía se pueden apreciar algunos de los chottes (que son lagos de agua salada) y oasis. El alcázar, que dispone de dos grandes patios interiores, también ha servido de granero a la población gracias al uso de ghurfas, que son células o cámaras interiores que fungieron como almacén de víveres, defensa y hogar desde su construcción, que se calcula fue alrededor del siglo XV. La edificación entera está hecha con adobe, y debido a los materiales empleados, y a la disposición de cavidades en las paredes, se crean corrientes de aire internas que permiten la regulación térmica adecuada para embatir las cáusticas y extremas condiciones climáticas de la región.
Las ghurfas, que es el término usado en Magreb y en Túnez para este tipo de construcciones, tienen forma semicilíndrica, con una bóveda principal y una única entrada hacia el patio del alcázar mismo. Es común que cada una de estas construcciones pertenezca a una familia en particular, aunque en ocasiones, son compartidas con otros miembros del grupo. Cada ghurfa permite el resguardo de productos como aceitunas, quesos y cereales, aunque también es posible ocultar objetos de valor. Ulede Soltane cuenta con el mayor número de ghurfas en Túnez, y, al igual que otros alcázares de la zona norafricana, tuvo la cualidad de brindar refugio y dominio para sus habitantes. Los alcázares se componen de un promedio de 200 cámaras, aunque Ulede Soltane posee la apabullante mayoría de la zona, con 400 de estas celdas.
Muchos de los alcázares del norte de África han sido modificados para usos como hoteles, o han quedado vacíos ante las inclemencias del tiempo y los conflictos de la zona. Ulede Soltane ha visto un detrimento de su población con el paso de los siglos, y la edificación misma ha sido objeto de restauraciones desde 1997, lo que ha llevado a recientes discusiones, ya que dichos procesos se han ejectuado cabo con cemento y roca, y no con los materiales originales con los que fueron diseñados (que además han demostrado poseer una calidad y duración superior a la corrientura de los materiales de construcción usados en la actualidad). Hoy en día sirve poco para el resguardo de productos, aunque gracias a Anakin Skywalker y a dicha saga de películas, Uled Soltane y otras construcciones arquitectónicas tunecinas funcionan más como escaparate para los turistas imprudentes e influencers que, como los trogloditas mencionados por Montesquieu “se parecían más a las bestias que a los hombres”, y en la búsqueda por los mejores ángulos para fotos y videos, suben por las antiguas escaleras, patrimonio histórico y cultural que se desmorona ante la frivolidad y la inoportuna torpeza de sus visitantes.