top of page

Del Final del Barroco y la Llegada del Neoclásico a México

Arq. Esaúl Hernández

Del Final del Barroco y la Llegada del Neoclásico a México

Arq. Esaúl Hernández



El 23 de marzo el grupo de la sociedad de Jóvenes Arquitectos de León se trasladó a la capital del país con destino al centro de la Ciudad de México para explorar el patrimonio arquitectónico del final del período virreinal. Como es habitual, el centro histórico de la capital mexicana les recibió con su bullicio y el caos que tanto lo caracteriza.


Durante nuestro recorrido, nos situamos en la temática del final de la era virreinal, cuando la Ciudad de México comenzó a nombrarse como "La Ciudad de los Palacios". En aquella época, la capital albergaba grandes residencias señoriales de personas que poseían títulos nobiliarios, los cuales eran en su mayoría mayorazgos, condes y marqueses. Durante el virreinato se expidieron casi 100 títulos nobiliarios para familias novohispanas, formando parte de una élite criolla que buscaba emular el estilo de vida europeo basado en el linaje familiar y la riqueza. Aunque la distinción de nobleza desapareció tras la fundación de la nación mexicana y se extinguió por mandato legal en 1826, muchas de estas familias continúan manteniendo los títulos, formando relaciones y lazos sociales entre ellos.


Las haciendas eran símbolos de poder y riqueza durante el virreinato, pero además de poseer estas grandes propiedades rurales, muchos de los nobles también levantaban residencias en las principales ciudades novohispanas, donde predominaba la arquitectura en tendencia en aquellos años: El Barroco.


En la caminata, pudimos observar numerosos palacios barrocos, la mayoría de ellos construidos a finales del siglo XVIII por Francisco Antonio Guerrero y Torres, el principal constructor de la época. Uno de ellos es el Palacio de los Condes de San Mateo Valparaíso, donde Miguel de Berrio y Zaldívar, Marqués de Jaral de Berrio, vivía en matrimonio junto a la Condesa de San Mateo Valparaíso, Ana María de la Campa, edificado en 1772. Hoy en día, el escudo de esta familia aún adorna la entrada principal. El Marquesado de Jaral de Berrio era poseedor de varias haciendas en Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas. Si la Hacienda de Jaral de Berrio en San Felipe te suena, justo era el propietario. Hoy en día dicho palacio es el Foro Valparaíso de Banamex, lugar donde se creó dicho banco en 1884. 


Esta familia construyó el Palacio del Marqués de Jaral de Berrio como un regalo de bodas para su hija Ana María Berrio y su esposo, el Marqués de Villafonte, en 1779. Este palacio, diseñado por el mismo arquitecto del Foro Valparaíso, ahora es conocido como el Palacio de Iturbide, también es sede de un museo y es administrado por Banamex, resalta su gran altura, así como el portón principal y los detalles en la cantería a lo largo de la fachada, con este trazo diamante.

La arquitectura virreinal de la capital se le reconoce por sus acabados, la cantería de chiluca de tonalidades cafés y los sillares de tezontle los cuales son esos cuadros de piedra volcánica rojizos. Justo otro arquitecto destacado de la época fue Lorenzo Rodríguez en 1768, quien además de construir el Sagrario Metropolitano, diseñó el Palacio del Conde San Bartolomé de Xala, hoy en día se encuentra restaurado y convertido en un Sanborns. El Conde que vivía aquí llega a inicios del siglo XVIII a comercializar el Pulque, ganando grandes fortunas y edificando dicha propiedad en 1764.



Aunque nuestro recorrido se centraba en la arquitectura del final del periodo virreinal, también pudimos apreciar el Gran Hotel de la Ciudad de México y el Palacio de Hierro, dos ejemplos de la arquitectura ecléctica con detalles del Art Nouveau. Levantados en 1899 y 1921 respectivamente, con preciosos vitrales modernistas que han sobrevivido hasta el día de hoy.


A medida que avanzaba la tarde, continuamos explorando templos, como el Convento Femenino de San Bernardo terminado en 1690. Es notable su trabajo de conservación ya que, en la década de 1930, durante la ampliación de la Av. 20 de noviembre, se desmanteló una de sus dos puertas y giró 90° para evitar la demolición o alteración del recinto.



Continuamos nuestro recorrido por la calle de Moneda, una vía histórica al norte del Palacio Nacional. Entre los edificios que visitamos se encontraba el convento de Santa Teresa la Antigua, con una fachada barroca y una impresionante cúpula neoclásica en su interior, obra de Lorenzo de la Hidalga, arquitecto favorito del presidente Antonio López de Santa Anna, quien promovió el Neoclasicismo en la época del México independiente.


El Neoclasicismo marcó un cambio radical respecto al Barroco, pasando de lo ornamental y recargado a lo austero y sobrio. Este estilo arquitectónico se popularizó en el imperio español a finales del siglo XVIII como parte de las reformas borbónicas, que buscaban distanciarse del Barroco asociado a la dinastía de los Habsburgo. Carlos III de España promovió el redescubrimiento arqueológico de las ruinas de Pompeya entre 1759 y 1788, lo que inspiró posteriormente a difundir la arquitectura neoclásica.


La Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, fundada en 1753, influyó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Nueva España, establecida en 1781 con el objetivo de regularizar las artes y acabar con la corrupción en los gremios barrocos. A partir de ese momento, cualquier persona que quisiera dedicarse a la construcción en Nueva España debía obtener formación en esta academia para ejercer y presumir su título como arquitecto.


La academia fue financiada por la Corona Española y otras instituciones, pero su estabilidad se vio afectada al inicio de la Guerra de Independencia, cuando los fondos fueron desviados y cae en un periodo de crisis a partir de 1910. A pesar de su estado tras la guerra, la academia fue revivida por el Gobierno de Santa Anna en el año de 1843 tras realizar un sorteo en la Lotería Nacional, pero ese es tema para otra ocasión.


La Academia comenzó a impartir clases en la Casa de Moneda, sitio donde se acuñaban las monedas del imperio español, Gerónimo Antonio Gil era el principal promotor y quien solicita la fundación de una academia en territorio americano. El inicio de las materias se da en 1781 y dos años después el decreto real se haría realidad. Años más tarde se trasladaría la sede a su sitio actual en la calle de Moneda y Academia.


El recorrido concluyó en la Real Academia de Nobles Artes de San Carlos de Nueva España, una institución clave donde impartieron clases destacados arquitectos como Manuel Tolsá o José Antonio González Velázquez. Creadores del Monumento Ecuestre a Carlos IV, conocido mejor como “El Caballito”, o la Ciudadela de Balderas, originalmente la Real Fábrica de Tabaco de la Nueva España.

Nuestro recorrido nos llevó desde la grandeza barroca virreinal hasta la sobriedad neoclásica en México, revelando la evolución arquitectónica y cultural de esta ciudad. Desde los palacios virreinales hasta las instituciones académicas, cada edificio narra una historia de influencia y cambio. El Neoclásico, aunque surge como un estilo con carga borbónica y con objetivos bastante claros, se adopta como un estilo muy americano cuando se independizan los distintos territorios en el continente.


Al final, frente a la Real Academia de Nobles Artes de San Carlos de Nueva España, nombre original, reflexionamos sobre la importancia de preservar nuestro patrimonio arquitectónico, no solo lo edificado con cantera y rasgos clásicos, sino con los edificios del siglo XX y XXI. La arquitectura no solo refleja nuestro pasado y una época, sino que también inspira nuestros valores y aspiraciones presentes. Un agradecimiento personal a la sociedad de Jóvenes Arquitectos de León por la oportunidad de darles un recorrido por la Ciudad de México.


bottom of page