la cultura kitsch como fenómeno suburbano
Aquel que habita en asentamientos irregulares o en barrios económicamente bajos; como el rico que encarga una casa extraordinaria, buscan a través de la arquitectura expresar su identidad, sus gustos, sus aspiraciones estéticas que le permitan ubicarse dignamente o espectacularmente en el entorno que le rodea.
Tradicionalmente cuando se habla de una “arquitectura popular” se asocia este concepto a la imagen folclórica y romántica de la arquitectura vernácula, de esa arquitectura pragmática que se mimetiza con su entorno y aprovecha al máximo los recursos constructivos y materiales de que dispone.
Fuera de esta visión, la intención de este ensayo es mostrar y establecer las características estéticas que definen la arquitectura popular como una arquitectura extravagante producto del fenómeno kitsch suburbano, donde el habitante lucha simbólicamente por resaltar en su entorno.
Según los estudios de Abraham Moles el término “kitsch” aparece en Munich, Alemania hacia 1860 proveniente de la palabra Kitschen (hacer muebles nuevos con viejos) o de la expresión familiar Verkitschen que significa “hacer pasar gato por liebre”, se trata de una negación de lo auténtico, mediante la imitación barata del lujo de la sociedad burguesa.
Así entendido, el kitsch aparece como un fenómeno social, que representa el conflicto entre lo original y lo vulgar como una forma de llamar la atención, como un modo de ser diferente comúnmente asociado con aquello que es corriente y de mal gusto.
En este sentido tiene una fuerte relación con la palabra “naco” utilizada en México ya que dicho término se emplea como una forma de discriminación hacia lo popular, hacia algo que no es original ya que es producto de la imitación y la vulgaridad.
De manera más amplia, podríamos comentar que el término “naco” encierra la descalificación de aquel personaje social que es exagerado con expresiones vulgares y de un gusto excéntrico.
Más allá del “pelado” descrito por Samuel Ramos y del “pachuco” analizado por Octavio Paz; el naco termino surgido a mediados del siglo XX define una actitud, una forma de ser que incluso rebasa la posición socioeconómica a la que se pertenece.
Según Carlos Monsivais “cualquiera puede ser un naco”, ya que este, no se reconoce en esa categoría pero la adquiere queriendo ser distinto y atrevido; a través de su forma particular de vestirse, comportarse y expresarse busca reivindicar su singularidad a través de sus expresiones cotidianas y sus preferencias estéticas.
Si bien el concepto Kitsch hace referencia principalmente a la ornamentación, y el término “naco” a una actitud social; Se podrían establecer ciertos rasgos estéticos que se presentan en nuestro entorno urbano-arquitectónico en sus aspectos artísticos, ornamentales y constructivos.
• El amontonamiento,
sin ninguna restricción de diversos objetos en un volumen espacial de superficie restringida (una pared, la esquina de algún espacio, o encima de algún mueble) dicha invasión de objetos igualmente se presenta al exterior del edificio.
• La heterogeneidad.
Los objetos reunidos carecen de relaciones directas entre sí, ya que esta es producto de una combinación inconsciente hasta cierto punto “surrealista” en el que conviven objetos o elementos dispares tanto en su tratamiento estético y espacial como en su contextualidad socio-histórica.
• La antifuncionalidad.
A través del amontonamiento espontáneo los objetos son valorados más por su influencia como portadores de signos que por su valor utilitario primario. Presentándose tanto objetos que definen un estatus socioeconómico como aquellos objetos curiosos, distintos (aparentemente) a lo que poseen los demás.
• La autenticidad el kitsch rara vez es producto de una intención deliberada, este implica un lento desarrollo, una acumulación triunfante de tentaciones en las que conviven los souvenir, los trofeos y testimonios de exotismo, los objetos de devoción personal y cultural, así como los distintos adornos y artículos que ofrece el mercado del consumo.
En conclusión; desde las zonas periféricas o “populares” donde los colonos pobres ahorran para comprarse un balaustrada ornamentada o un vidrio reflejante con el fin de embellecer y revalorar su precaria casa; hasta en los ricos enclaves de la ciudad, diseñados bajo la idea escenográfica del New Urbanism estadounidense, aparece esta condición estética como algo intemporal que rebasa cualquier estereotipo arquitectónico.
La otra identidad mexicana representa un catálogo exitoso de deseos estéticos colectivos de la cultura “popular” y del fenómeno kitsch en México: el techo “nostálgico” de dos aguas , las ventanas con arcos o en saledizo, los balcones con balaustradas o las rejas de aluminio color dorado se presentan como símbolo de la abundancia y el lujo, tal uso decorativo neobarroco se convierte en una forma de rebelarse ante la homogeneidad y anonimato de una arquitectura estandarizada
En este sentido, la identidad, alude a las cualidades de ser único, y de diferenciarse respecto a otros; tal postura estética se erige así como el complemento dialéctico, irracional y tal vez necesario, del desarrollo de la cultura popular en nuestro paisaje urbano actual.
Dr. Alejandro Guzmán Ramírez
Académico – Investigador
Departamento de Arquitectura.
División de Arquitectura, Arte y Diseño.
Universidad de Guanajuato
e-mail. alejandro.guzman@ugto.mx
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