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La Escuela Tapatía y
Luis Barragán

Arq. Esaúl Hernández

Visita Guadalajara Colonia Americana

PRIVADA DEL TORREÓN


El 27 de julio, el grupo del Colegio de Arquitectos de León se embarcó para otro recorrido arquitectónico, en esta ocasión tocó explorar las calles de Guadalajara, ciudad tapatía famosa por su legado histórico y la gran influencia que marcó arquitectos como Luis Barragán. 



A diferencia de nuestro recorrido anterior por la Ciudad de México, centrado en el pasado virreinal, esta ocasión nos permitió visualizar el contexto de Guadalajara a principios de los años 1930, una época posterior a la Revolución Mexicana y la persecución religiosa. Al igual que la capital mexicana, Guadalajara experimentó un notable crecimiento urbano tanto al final del Porfiriato como durante la Revolución. Este desarrollo permitió la construcción de colonias para clases adineradas que, a pesar de la guerra, continuaron edificándose con grandes construcciones. Inicialmente, estas obras estaban destinadas a la clase hacendada, pero con el tiempo evolucionaron para servir a la burguesía recién establecida en el periodo posrevolucionario.





Durante la caminata, recorrimos las colonias Francesa, Americana, Reforma (o Lafayette) y Obrera, actualmente conocidas en conjunto como la zona ‘Americana’. Estas áreas, creadas en 1898, 1903, 1906 y 1914 respectivamente, fueron concebidas para albergar a la clase alta porfiriana, en su mayoría de origen extranjero.





Fue aquí donde surgieron los palacetes o chalets, mansiones de gran escala y estilo ecléctico que reflejaban la riqueza de sus propietarios, así como edificaciones del gobierno porfiriano, como la Escuela Reforma de 1914 (actual Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara), que vimos al inicio del recorrido. Con el tiempo, el estilo ecléctico evolucionó hacia formas más abstractas y modernas, sin olvidar los elementos regionales.






Luis Barragán (1908 – 1988) es el protagonista de esta ruta. Reconocido en nuestro gremio como el único arquitecto mexicano ganador del Premio Pritzker de arquitectura en 1982, el segundo a nivel mundial en recibirlo. Barragán nació en Guadalajara, su familia era propietaria de la Hacienda de Corrales en Mazamitla. Estudió ingeniería civil en la Escuela Libre de Ingenieros, a pesar de su interés por la arquitectura debido a la falta de una escuela especializada en esa disciplina en aquella época.





Durante sus años de estudio (1919 – 1923) Barragán y sus colegas buscaron representar en la arquitectura formas y construcciones que superaran el estilo ecléctico predominante en el Porfiriato, ahora influenciados por elementos regionales, crearon una arquitectura cálida con materiales modernos, conocida hoy como “Regionalista” o Escuela Tapatía. Posteriormente, Barragán tuvo la oportunidad de viajar al sur de España y Francia entre 1924 y 1925, donde descubrió el Art Déco y la arquitectura andaluza, caracterizada por el uso de elementos mudéjares y árabes, como el uso de adobe, ladrillo, cuerpos de agua y espacios ajardinados.





Al regresar a México, aplicó estos conocimientos en sus obras en las colonias mencionadas. El recorrido inició en el Parque de la Revolución (1935), diseñado por Luis y su hermano Juan José Barragán. A pesar de que Juan José a menudo ha sido eclipsado por su hermano, ambos contribuyeron al diseño del parque, destacando el estilo Art Déco con luminarias y bancas restauradas recientemente, mostrando también el interés de Luis por el paisajismo y el espacio abierto.


Ya avanzando, vimos la casa del pintor Clemente Orozco (1934), una obra que se aleja del estilo regional en favor de líneas del Movimiento Moderno, así como la primera obra completa de Barragán, edificada en 1928 para el Dr. Robles Castillo, con rasgos regionales aún muy marcados.





Posteriormente, el Colegio de Arquitectos del Estado de Jalisco nos recibió en la Casa Cristo (1929), donde Barragán comenzó a aplicar elementos vernáculos y por primera vez los conocimientos adquiridos en Europa: El uso de arcos parabólicos, aplanados y enjarres innovadores para la época, tejados, azulejos, la entrada de la luz en el interior del espacio, cuerpos de agua, palomares. Todos estos elementos que en esta etapa inicial va aplicando posteriormente se convertirán la esencia del Barragán que es tan popular en la Ciudad de México en su etapa consolidada.


Continuamos con una variedad de casas del arquitecto Pedro Castellanos Lambrey en la calle General San Martín, especialmente la Privada del Torreón (Años 1930), la cual destaca por su uso del elemento vertical tan característico en la arquitectura californiana, siendo ésta rodeada por una escalera de caracol distintiva del estilo de Pedro.





 


En esta etapa del recorrido exploramos una gran diversidad de propuestas y estilos, como la Casa Franco (1929) de Barragán, que mantiene rasgos de la arquitectura tapatía, y la Casa Quiñones (1930) de Castellanos, reconocida como la primera casa Streamline de Guadalajara (un Art Déco tardío y aerodinámico). También vimos la Casa Zuno (1930), de estilo Neocolonial realizada por Arnulfo Villaseñor. Bastante peculiar, ya que posee formas y rasgos muy característicos de la Ciudad de México, no del occidente mexicano.





Finalmente, visitamos la Casa China, obra de Juan José Barragán (años 1930). Levantada para una familia de políticos jaliscienses esta casa se caracteriza por su forma de pagoda, como su sobrenombre indica. Aunque Juan José Barragán no goza del mismo reconocimiento que su hermano Luis, esto no desmerece su trabajo. Una de las razones para esta disparidad en fama es que su portafolio de proyectos se centraba en replicar modelos de vivienda y estilos arquitectónicos ya establecidos en una etapa tardía, lo que limitó su ascenso en el ámbito arquitectónico comparado con el innovador Luis.


En el último tramo del recorrido, visitamos la Casa González Luna (1930), actualmente propiedad del ITESO. Esta residencia es reconocida como una de las mejores obras de Luis Barragán en su etapa regionalista, destacándose por el uso de tonos ocres, una iluminación interior adecuada, cuerpos de agua, carpinterías con rasgos mudéjares y tejados con verde vidriado, elementos que Barragán empleó en esta fase inicial de su carrera, al igual que Pedro Castellanos.


Terminamos el recorrido cerca de la Av. Chapultepec, una de las principales calzadas comerciales y peatonales, que data desde la fundación de las colonias mencionadas. Estas vías eran parte de la plusvalía de la zona, un lugar de paseo y recreación de las clases altas que formaban parte un nuevo concepto de ciudad.


El recorrido por Guadalajara y la zona de la Americana nos ofreció una visión bastante enriquecedora de la evolución arquitectónica de la ciudad y el impacto duradero de Luis Barragán en el ámbito de la arquitectura reconocida como Escuela Tapatía y/o Regionalista. A través de la exploración de diversas obras, desde las majestuosas mansiones eclécticas y porfirianas de principios del siglo XX hasta los innovadores diseños de Barragán o Lambrey, pudimos apreciar cómo la influencia del estilo Regionalista y las experiencias de Barragán en Andalucía moldearon un legado que sigue siendo relevante en la arquitectura moderna y que llega hasta nuestros días.




La combinación de elementos vernáculos y modernos en sus obras destaca la capacidad de Barragán para fusionar tradición y vanguardia, estableciendo un puente entre el pasado histórico de Guadalajara y su desarrollo urbanístico. Este recorrido no solo enfatiza la importancia de la arquitectura en la configuración de los espacios urbanos, sino también el valor de preservar y comprender nuestro patrimonio edificado del siglo XX para apreciar mejor la riqueza cultural y arquitectónica que define nuestras ciudades. Esto último es un elemento que la Ciudad de León posee y es necesario reconocerlo ante la ciudadanía, donde no es necesaria la existencia de un premio Pritzker ni algún arquitecto de renombre para comenzar a señalar elementos que forman parte de la identidad arquitectónica leonesa.


Nuevamente envío un agradecimiento personal al Colegio de Arquitectos de León por la oportunidad de haber realizado un recorrido en otra ciudad y me encuentro con la total disposición para lograr realizar nuevas rutas.





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